El gobierno federal está procesando solicitudes de ciudadanía a un ritmo récord, el más rápido en diez años, recuperando terreno tras el retraso acumulado durante la administración Trump y la pandemia.
Cada semana, miles de inmigrantes se convierten en nuevos ciudadanos estadounidenses en ceremonias que se realizan en tribunales, centros de convenciones e incluso estadios deportivos en todo el país. Muchos de ellos estarán listos para votar en las elecciones presidenciales de este otoño.
Aunque no está claro cuántos de estos nuevos votantes residen en estados clave, algunos de los estados donde Kamala Harris o Donald Trump necesitan ganar, como Georgia, Arizona, Nevada y Pensilvania, tienen un número creciente de ciudadanos naturalizados en edad de votar.