La imparable producción de drogas sintéticas en Sinaloa refleja una simulación y falta de transparencia en el combate al crimen organizado, afirmaron los senadores Damián Zepeda y Mario Zamora.
En su edición de este lunes, el periódico Reforma informó que la producción de drogas sintéticas en Sinaloa, destinadas a Estados Unidos, continúa sin control.
En 2022, la Secretaría de la Defensa Nacional reportó la localización de 238 laboratorios de fentanilo. Sin embargo, en 2023 la cifra aumentó a 835, la mayoría ubicados en Culiacán, el centro de operaciones de “Los Chapitos”, una de las facciones del Cártel de Sinaloa.
“Es evidente el dominio del crimen organizado en México. Las autoridades simplemente no están combatiendo el crimen organizado: hay toda una estrategia de simulación donde se patrulla, pero no se detiene a los criminales ni se frena su avance”, comentó el panista Damián Zepeda.
“Los datos que publica Reforma son impresionantes, con el número de laboratorios aumentando de un año a otro. Y esos son solo los que se conocen. Es increíble cómo la mayoría se encuentra en un mismo territorio. Con la tecnología actual, ¿qué tan difícil es encontrar estos laboratorios? Esto demuestra que el Gobierno no está combatiendo al crimen”, enfatizó.
Para el legislador sonorense, la información publicada revela “el evidente fracaso de la política de seguridad pública: queda claro el poder del crimen organizado, la falta de resultados y la decisión de Estados Unidos de actuar a pesar del gobierno mexicano”.
El senador priista Mario Zamora señaló: “Lo que hace mucha falta en México es transparencia sobre cómo se va a abordar esta situación. Hasta hace unos meses, el presidente decía en sus conferencias matutinas que en México no se producía fentanilo y hoy no sabemos si sí o si no.
“Hay muy poco conocimiento del tema, es muy poco transparente. No sabemos si se produce o no se produce, y si se produce, cuánto se produce, mucho menos dónde. A veces encuentran algunos laboratorios en medio de la sierra y los llaman narco-laboratorios.
“Hay muchos mitos, leyendas y pocas realidades. Es difícil opinar sobre algo que se desconoce y es necesario cambiar la visión de la política respecto al tema porque hay una enorme opacidad que genera acuerdos entre autoridades y criminales”.