Después de dos años de disminución, la mortalidad materna en Estados Unidos volvió a aumentar en 2024, según datos provisionales publicados este miércoles por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
El informe señala que 688 mujeres murieron durante el embarazo o poco después de dar a luz, frente a las 669 registradas en 2023. Aunque esta cifra sigue siendo más baja que las reportadas en 2021 y 2022 —años marcados por el pico más alto en más de medio siglo—, representa un retroceso en la tendencia positiva.
La tasa de mortalidad materna también se elevó ligeramente, pasando de 18.6 a 19 muertes por cada 100,000 nacimientos.
Los CDC consideran como muertes maternas aquellas que ocurren durante el embarazo, el parto o hasta 42 días después del nacimiento, siempre que estén relacionadas con complicaciones derivadas de la gestación. Las principales causas incluyen hemorragias severas, coágulos en los vasos sanguíneos e infecciones.
Durante la pandemia de COVID-19, estas muertes se dispararon, ya que el virus representaba un riesgo elevado para las mujeres embarazadas. Además, los expertos señalan que el agotamiento del personal médico pudo haber contribuido al incremento, al no atender adecuadamente las señales de alarma reportadas por las pacientes.
La reducción de casos graves de COVID-19 ayudó a disminuir la mortalidad materna en 2022 y 2023. Sin embargo, ahora entran en juego otros factores que podrían estar afectando negativamente el acceso a servicios médicos.
Entre ellos, los expertos mencionan el cierre de hospitales en zonas rurales y las consecuencias del fallo de la Corte Suprema que eliminó el derecho federal al aborto. Esta decisión, afirman, ha generado incertidumbre entre médicos que temen intervenir en emergencias obstétricas por posibles repercusiones legales.