ASALTO A COLUMBUS
La madrugada del nueve de marzo de 1916, una partida de 485 hombres al mando de los jefes villistas Candelario Cervantes, Nicolás Fernández, Francisco Beltrán, Juan Pedroza y Pablo López asaltaron la pequeña localidad de Columbus, Nuevo México, en territorio estadounidense.
La formación y fuerza estimada de cada partida que entró a Columbus, según fuentes del ejército estadounidense, son los siguientes: Guardia avanzada: Candelario Cervantes, 80 hombres; cuerpo principal en orden de marcha: Nicolás Fernández, 60 hombres; Francisco Villa, Estado Mayor y escolta, 80 hombres; Pablo López, 100 hombres; Juan Pedroza, 40 hombres; Francisco Beltrán, 125 hombres. La retaguardia estaba compuesta por un pelotón de 10 hombres de la partida de este último.
La partida de Cervantes y 40 miembros de la escolta de Villa avanzaron al pueblo en línea de tiradores desde una loma, a su derecha; Pablo López y sus hombres entraron en línea de tiradores, a la izquierda de Cervantes, siguiendo las vías del ferrocarril; Fernández penetró desde el norte, a la izquierda de López, también en línea de tiradores; mientras que Beltrán lo hizo en la misma formación, a la izquierda de Fernández, desde el norte, y rodeando a los soldados estadounidenses. Villa y Pedroza, con la mitad de la escolta, quedaron a cargo de la caballada y como reserva a distancia prudente del poblado, en el lado mexicano de la frontera.
A las cuatro y quince minutos de la mañana, los villistas entraron disparando sus armas y gritando improperios. Dentro del pueblo saquearon casas, asaltaron y destruyeron las tiendas, prendieron fuego a dos cuadras y asesinaron a varios vecinos que habían hecho resistencia defendiendo a sus familias. Los soldados de la pequeña guarnición también abrieron fuego, sorprendiendo a los bandidos que, a las seis y media de la mañana, comenzaron a retirarse en desorden. Villa intentó hacerlos retroceder para que volvieran a la carga, pero sus amenazas no bastaron, y prácticamente todos sus soldados se replegaron, excepto los grupos de Cervantes y Fernández. Finalmente todos las partidas se pusieron en fuga por la orilla norte del río Boca Grande y, a la una de la tarde, arribaron a Vado de Fusiles. Ahí, Villa, Manuel Baca y Ramón Tarango pasaron lista a la tropa y contabilizaron 100 bajas, entre muertos, heridos y dispersos; 26 heridos fueron rescatados, entre ellos Pablo López, que tenía las dos piernas perforadas, y Cruz Chávez, quien murió en Ascensión por una bala en el costado izquierdo.
El botín de Columbus consistió en 80 caballos, 30 mulas y 300 fusiles. El saldo reportado por la guarnición según el ejército americano fue de 78 villistas, nueve soldados y 10 civiles estadounidenses muertos en donde estos últimos atacaron primero a las fuerzas villistas recibiéndolas a tiros.